Mis queridos compis...
Nunca hubiera creído escuchar esa preciosa frase, las palabras de la Doña, “El
Roble que me cobijo toda mi vida”. Cuánta razón. Mauricio, uno de los grandes
de Puente Viejo se nos ha enfermado. El torreón de la casona, el alfil de la
reina, ha sucumbido al veneno y a las malas artes de Jacinta. De todo corazón,
deseo que se recupere, que creo que lo hará. Esa escena es una de las grandes
del capítulo, igual que la de Quintina, que luego comentaré en otro post.
Mauricio Godoy, el hombre de la casona. El bastón de la Doña, se nos
desarma, se nos desmorona, ahora es presa fácil y con él, arrastra el coraje y tambalea el talante, de
la doña. Esta se siente perdida sin su brazo ejecutor. Él, cómo fiel siervo de
la doña, aún postrado en su lecho, intenta rendir pleitesía y obediencia a su “AMA”.
La Doña, no puede mostrar debilidad ante él, aunque sienta que algo muere con
él, Mauricio es el único que la ha visto vulnerable, y pérfida al mismo tiempo. Ella, como
siempre, antepone su nombre y su orgullo a sus sentimientos, y no le mima, ni
le habla con dulzura, si no que le
ordena que se mejore, “te queda terminantemente prohibido morir, ¿entendido?”,
le hace prometer que no se morirá, aunque en sus duras palabras se entrevé una
ternura hacia su “amigo y confesor”, tal como le confiesa junto a su lecho, con
su mano unida a la de su siervo, “eres la única persona que nunca le ha fallado”,
aunque también le deja claro, que lo negará si lo saca Mauricio a relucir.
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Esta vez, las duras palabras que quiere transmitir a su capataz, suenan
distintas. La vejez, la soledad, el desprecio de todo el pueblo, los
anarquistas...sin saber el porqué, la doña ha dejado salir su parte más humana,
para quien ha sido su compañero de viaje. Lo demuestra ofreciendo una
habitación en la Casona, y cuando quiere asearlo junto a la criada. La
verdadera Francisca Montenegro, abre camino en el corazón cansado por el paso
del tiempo de la Doña. Señora de Castro. También se manifiesta, cuando Raimundo
va a la casona para poder ver a Mauricio. Francisca sin dejar de lado su
orgullo, le dice a su manera su preocupación, pero tan solo cuando Raimundo se
lo dice primero a ella, “cuídate Francisca” y ella, cubriendo ese puro deseo, y
su profunda preocupación, con unas palabras frías y distantes responde “Raimundo, ten cuidad tú también, morir por
una vulgar epidemia, no sería digno de ti”. Siempre protegiendo sus sentimientos
con su máscara de dureza. Bravo por Maria Bouzas... una de las mejores!!!
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¿Qué le está pasando a la doña, que no ve el peligro que le acecha
constantemente, desoyendo los consejos de su fiel escudero?, los consejos de su
“roble”. Pero…, como era de esperar, algo sucede que le hace erguir las orejas,
como una pantera, y recuerda las palabras de su capataz...” no me fio de su
primo”, el llamador de ángeles, le hace
recordar y pensar en que quizá su perro fiel, tenía razón, aunque quizá ya sea
tarde para el pobre Mauricio. ¿Qué decisiones tomará la doña, respecto a su
capataz?
Por otro lado tenemos a Fe, que seguro, que le administrará a escondidas el
remedio que toman todos los enfermos del Jaral, por recomendación de Mariana,
que ella, si es de nobles sentimientos y sí que siente afecto por el nastuerzo, como le dice la doña, el que
protege la Casona, y por consecuencia a ella misma.
Una magnífica interpretación de Mario Zorrilla. Ese “peazo” de hombretón,
postrado en el catre, hablando sin fuerzas, débil como una pluma, está
agonizando, y el médico, don Fulgencio, haciendo de las suyas... ¿llegará a
tiempo la doña de evitar que su primo le inyecte aire en las venas???
Que retorcidos son los Montenegro... y sus consortes, porque no se libra ni
Dios. Por eso pienso querid@s mi@s, que tiene que aparecer un “malo” ya que
Fulgencio me da que tiene los días contados… Bosco? El hijo de la partera...
pero hemos de recordar que es nieto de quien es... CASTRO. Así que me da que
será el lado oscuro de los Castro… para continuar con su linaje. De eso hablaremos otro dia.
Deseo desde aquí una recuperación milagrosa para todos los protas enfermos.
Mauricio, Rosario, Raimundo y Quintina… que sufre como ninguna el que la parca
haya tenido a bien llevársela dejando a su Hipólito solo en esta vida. Creo que
tampoco morirá. Pero evidentemente nos tienen que tener en vilo, de lo
contrario no sería Puente Viejo!!!
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