11 de agosto de 2014

DULZURA, BAJO LA CORAZA DE MAURICIO GODOY ?


DULZURA, BAJO LA CORAZA DE MAURICIO GODOY- EL YIN Y EL YANG DEL CAPATAZ.

Hoy voy a comentar sobre un personaje que me encanta, y que desde el minuto 1 de El Secreto de Puente Viejo, supe que sería uno de los principales, personajes que más irritación y desconcierto nos produciría, y en el transcurso de los casi 900, capítulos así ha sucedido, siempre a mi modo de ver.

Mauricio Godoy, es GRANDE, porque lo hace grande MARIO ZORRILLA... por su gran actuación, por su especial talento, por sus grandes ojos claros de mirada profunda, por su gran y majestuosa voz. Una voz, que imagino, al escucharla  como un susurro en momentos de intimidad,  te podría llegar a acariciar el alma y transportarte al séptimo cielo, y/o por el contrario, al sentirla enojada, sonaría como el más ingente estruendo. El rugir, del grito huracanado del mismísimo Zeus, una voz tan profunda como inmensa, de la que nunca te podrás olvidar pase lo que pase.



imagen del facebook, Mario Zorrilla



Así es, o así veo yo a mi querido y entrañable, capataz de la Casona. El fiel servidor, Mauricio Godoy. Pero todo, no siempre ha sido así, Mauricio ha ido cambiando con el paso de los años… pero sin perder el norte. Siempre a la sombra de la malvada y perversa Doña Francisca Montenegro. Su ama y señora, casi el aire que necesita para respirar.

Llevamos tres, años día tras día, contemplando, escuchando y viviendo todos sus movimientos y casi habíamos olvidado, los tejemanejes, y fechorías de Mauricio, pues a fecha de hoy me he dado cuenta de que tenemos la memoria de un pez. Ya que le miramos, le escuchamos casi con lástima en algunas ocasiones, olvidando lo malvado, perverso y abellacado que era, y que supongo seguirá siendo… o no!!

Pero recapitulemos… para encontrar algún resquicio, en la memoria que tan adormecida la tenemos llegando al capítulo 883, recordando cómo era o es, en realidad, nuestro querido Mauricio.

Recuerdo, que hace ya la intemerata, el capataz de la casona, era despiadado, obedeciendo sin pestañear, apaleando si fuera preciso hasta la muerte, a todo alborotador, que incitara a los trabajadores de su señora, trabajadores que llegó a creer casi suyos, a los destripaterrones que llamaba con desprecio, a sus jornaleros. Estos eran carroña, eran miserables, no se merecían nada, y tenían que ganarse el poco jornal que le pagaba puntualmente la doña, trabajando duro, tan duro, como el látigo que fustigaba sus cansadas carnes consumidas por el sol y el sudor de cada día, al faenar las tierras, a cambio de una estabilidad, a veces dudosa y en pos de la señora de la comarca, la dueña de Puente Viejo y de su bienestar, por encima del de ellos y el de sus familias.

Mientras que, para el pueblo y sus habitantes, el único miserable que había en aquellos parajes, a parte claro está de la señora, era Mauricio, al que sabían que  no le temblaba el pulso por acatar las órdenes de la doña, fueran cuales fuesen, aunque él, las disfrazara de obligación, respeto y fidelidad hacia su dueña, acallando así su conciencia y sus más nobles sentimientos. 

Por aquel entonces, Mauricio era un ser sin escrúpulos, vacío de sentimientos, o quizá los tenía tan escondidos, que ni el mismo, sabía que los tenía en su interior. Con el devenir de los años, se ha tornado algo más, sensible, si es que se le puede llamar así.

Aunque la primera vez que me hizo estremecer, fue en la primera temporada,  con las secuencias de Efren, el hijo oculto de Salvador Castro, al que, día a día, había cuidado como si fuera su verdadero hijo. Quizá porque aquel muchacho le llenaba de ternura, llenando aquel vacío que dejó su amada, al morir. Por aquel entonces nos mostraron que Mauricio escondía bajo su armadura inexorable de gran guerrero, a un hombre con sentimientos, debilidades y pasiones.



Supimos que Mauricio tuvo un amor, su gran amor de juventud, y que este le fue arrebatado por la muerte, de la muchacha tras el parto provocado por la paliza que le propinó Salvador Castro, quien previamente la había dejado embarazada. Una muerte trágica por la que descubrimos que había sufrido en sus carnes esa gran pérdida dejándolo solo y vacío, y que desde aquel momento, se entregó en cuerpo y alma al cuidado del hijo de su gran amor, aferrándose a él pues era lo único que le unía a ella, a Amparo. Por eso, según explicó en una secuencia a Pepa y Tristán, se quedó en Puente Viejo, bajo las órdenes de la doña. Mauricio, el fiel capataz, que ya se había ganado la confianza de su ama, sería el carcelero y guardián de Efrén, el que le cuidó, y al que llegó a querer como a su hijo. Así lo demostró con aquel grito desgarrador que lanza en plena plaza tras la muerte del muchacho. Mario Zorrilla, me hizo llorar en aquella escena, y lo ha vuelto a hacer mientras componía este escrito. Magistral interpretación de Mario Zorrilla, que grande eres!!



Supongo, para poder dar una explicación a esa devoción y complicidad entre ama y siervo, que a estos dos personajes, les unía el mismo fin, el odio hacia Salvador Castro y eso les unió de por vida.

El duro, e implacable capataz, sufrió con la muerte del muchacho, y desde aquel momento, desde aquellos viejos capítulos, a Mauricio se le rompió algo por dentro, había comprendido que Pepa era una buena mujer, y empezó a ver a la Doña tal y como era, perdiendo en aquellos momentos parte del caparazón de esa abnegada sumisión y obediencia, que supongo aprendió de las enseñanzas de sus ancestros, que  le inculcaron desde la más tierna infancia, como se les inculcaba en aquellos días a todos los niños del pueblo llano. El honor, la obediencia, la servidumbre, el acatamiento, la sumisión, el saber comportarse para con sus amos, la palabra dada, el todo por los señores, el todo por la patria, el  todo por todo, quedando las personas humildes, relegadas a un segundo o último puesto en el escalafón de la humanidad.

Por aquellos tiempos un siervo era menos que nada, y conseguir un trabajo era mejor que todo. Llevar un jornal al hogar, y tener la gran suerte de que una gran señora, te acogiera a su servicio, era toda una proeza.  Para Mauricio, estar en la casona como capataz, era toda una carrera. Debía agradecer aquella confianza a la doña, fuera cual fuera su mandato, acatando las órdenes, el cumpliría sin dudarlo un instante y le sería fiel hasta la muerte. Esa dependencia que tenía el servicio hacia sus amos, era de lo más natural y entiendo que actualmente, mucha gente no lo pueda llegar a entender, pero si miramos un poco a nuestro alrededor, veremos que en algunos lugares del mundo, no muy lejanos a nuestros hogares, todavía se rinde pleitesía, y fidelidad a otro semejante por el simple hecho, de haber nacido en un hogar con dinero, y seguimos trabajando a su servicio, sin apenas decir ni mu, tal y como hacía el capataz.

Pero volviendo a Mauricio tras el salto temporal, volvió a cambiar. El haberlo ascendido a alcalde de Puente Viejo, relegando al anterior a menos que nada, le dio un nuevo brío, y la bondad que se perfilaba en los últimos días de Pepa Aguirre, se fueron perdiendo tal como pasó con el cuerpo de la muchacha.  Se evaporó.

Volvió a ser el de siempre, amenazando al nuevo curita de puente viejo, porque le estaba soliviantando al personal . Imponiendo su voluntad por todo Puente Viejo. Aunque a veces, volvía a resurgir el Mauricio dulce y tierno que lleva en su interior y que rara vez sale a la luz. Mauricio en esta etapa, demuestra un apego especial por María, la ahijada de Doña Francisca Montenegro.

Y, como buen aprendiz de endriago, y  mano derecha de la retorcida Doña Francisca, supo aprovechar su momento, trabajando esta vez, para su propio beneficio. Las malas artes adquiridas al lado de su dueña, las utilizó y muy bien por cierto, para sacarle los buenos cuartos al despiadado de Fernando Mesía, ( y yo que me alegré)  cuando y después de que Tristán le pusiera implantara la duda sobre la incredulidad de que el caballo de María se encabritara, descubrió que la cincha de Miopía, estaba cortada expresamente por, Fernando Mesía, destapando las malvadas intenciones, del joven, para acabar con el gran amor que se profesaban Martín y María, intentando matar a esta y de paso, quedarse con su herencia.




Y que podemos pensar de esa acción?  Mauricio a pesar de los cuartos que pudo acaparar con el chantaje que le hizo al joven Mesía, no dijo nada de lo descubierto a la vuelta de su dueña, no dijo nada a nadie con anterioridad, demostrando aquí otra vez, la falta de escrúpulos que todavía anidaban en su persona, o la torpeza por no adivinar que podría ser víctima de su propia trampa.

Porque se comportó así? Que pretendía? si le tenía un cariño especial a María, tal y como demostró  en tantas ocasiones, defendiéndola del malvado Fernando, o cuando llegó al Jaral para llevarle la muñeca que había reparado el mismo, en señal de verdadero afecto y de buen corazón. Mauricio es sorprendente!!

Otro de sus momentos, que nos manifestó que sus buenos sentimientos se escapaban por su poros, fue cuando Martín destrozado por la paliza y el entierro en vida, al que había estado sometido, por Fernando llega a la casona acompañado por Dolores y después de que Fernando la echara a patadas de allí, intentó arremeter contra el pobre Martín, apareciendo Mauricio en escena para llevarse al hijo de la Partera de allí, en un acto de compasión. Compasión que también tuvo con Olmo Mesía, salvándolo de la tremenda paliza, que le estaba propinando el joven Mesía.





Otra de las escenas en las  que también comprendí que en su interior algo había cambiado, y que ya no era aquel capataz  tan encomiable con la doña, fue, cuando Francisca intenta acercarse a María pues esta ya vive en el Jaral. Cuando Mauricio lo descubre, y ve que está manipulando lo sentimientos de su ahijada fingiendo que le regala a Martín, el reloj de Tristán, y por el contrario la doña le confiesa que lo que quiere hacer es romper la relación de su ahijada con el curita, y culparlo de la muerte de Fernando. Mauricio se incomoda, no le gusta aquella decisión y avisa a Don Anselmo a que acuda en ayuda del muchacho, desobedeciendo las órdenes de Francisca.




Otra vez, fue cuando desaparece Esperanza, la hija de María, cuando todos la buscaban y ella la daba por muerta, diciendo que era un castigo como el de la biblia, Sodoma y Gomorra. Todo lo que le espeta la doña por esa ponzoñosa boca viperina, en referencia a la bebe, tampoco lo acepta de buen grado, y la mira con censura.




La amenaza que Francisca, lanza a Mariana cuando esta deja la casona, tampoco es de recibo para Mauricio, que rápidamente pone sobre aviso a la muchacha, aconsejando que se vaya de Puente Viejo.
Últimamente, y de vez en cuando, muchas de las cosas que hace, dice o piensa la doña, no le llenan de satisfacción como hacía antaño, las cuestiona, las razona, e intenta disuadirla, y por otro lado, y en otras ocasiones, quiere realizar,  el mismo, las acciones más villanas, como la rotura de la presa, que incluso recrimina a la doña, el no haberlo hecho él, o la muerte de Fernando Mesía o la del mismísimo Fulgencio, o cualquier otra cosa que sugiera la doña, él quisiera hacerla, y se da cuenta de que ya no cuenta tanto con él, que trabaja a espaldas suyas, que ya no es tan necesario.


Últimamente, Mauricio es más familiar, juega a futbolín en la misma casa de comidas de pareja con don Anselmo, donde años atrás se le prohibía el paso. Alfonso, ya le ha perdonado las palizas que le propinó a su hermano Juan. Y hasta Mariana, y Rosario le hablan con cariño, y ese trato es reciproco… Ahora conversa con Raimundo, con Martín y María, Emilia con los Mirañar… cosa impensable tiempo ha. Asiste a las bodas, hace regalos, disfruta y ríe con Hipólito y sus ocurrencias, incluso bailar con él. Ese momento me reí como una loca... que bueno, igual que con el espantapájaros y en muchas más ocasiones.





Mauricio es, un personaje con muchos matices, con muchos registros, muy completo porque Mario Zorrilla lo borda. Dando vida a un Mauricio que transmite, que se hace querer, que nos da, una de cal y otra de arena. La bondad, y la maldad, aparecen y desaparecen por ensalmo, como el Guadiana. No sabes nunca por donde saldrá, ya que bajo esa apariencia de fortachón, robusto, y tosco, cuando miramos en el interior de sus ojos, sabemos que se esconde una dulzura que de salir a flote, llegaría a conquistar a todos los Puenteviejeros, y a sus seguidores, pero también sabemos que esto no puede suceder… Y aunque si hubo una mujer Griselda, que parecía estar a la altura, que era hermosa, joven, dinámica, elegante... le iba como anillo al dedo, era la pareja ideal para Mauricio, y a pesar de que el fiel capataz se despide de la doña y  lo deja todo marchando con ella, su relación, no cuajó, porque Mauricio es así, solitario,ermitaño, tal y como es.

Imagen de la pagina del facebook de Mauricio Godoy


El fiel capataz, es un complemento primordial de la doña… Igual que el tridente, es la pieza inseparable del diablo, y así debe ser.

Felicidades Mario, por la tremenda interpretación. Te adoro, mi querido capataz, por muchos años. Viva Puente Viejo.

A más ver.





2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Que bonito ha sido echar la vista atrás, ha sido bien malo y cuanto lo hemos podido odiarlo.... la madurez está haciendo mella en él y se nos está hablando. Mi viejo Mauricio, mi adorado Mauricio...

    ResponderEliminar

Espero vuestros comentarios!! No os vayáis si comentar!! Gracias ♥

LIBRO INTERACTIVO - APLICACIÓN MOVIL

LIBRO INTERACTIVO - APLICACIÓN MOVIL
Un libro dónde tu eliges el destino de su protagonista. AYÚDAME A DIFUNDIRLO- Descárgatelo- es GRATIS.y no te olvides de comentar y valorar!

Y TÚ, QUE OPINAS?

Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *