8 de septiembre de 2014

PAREJAS DE PUENTE VIEJO- LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS, PERO ES LO QUE HAY.

Y continuaremos esperando, y continuaremos comentando, pero el tiempo pasa, el termómetro de Internet avisa, y las fans pierden la paciencia y la poca ilusión que les queda, de tanto esperar que nuestra pareja vuelva, que haya un revulsivo y recuperen su pasión y juventud, que ha quedado almidonada. Dónde están aquellos abrazos, a escondidas de los habitantes del Jaral, aquellos besos y frases con sustancia, ahora sus guiones son banos y superficiales.

Visitando el blog de mi amiga Ana, me he dado cuenta de que por una cuestión u otra siempre caemos en la misma conclusión y resignadamente decimos... Vamos a ver qué pasa, demos tiempo al tiempo, a ver si esto da un giro, a ver si llega la trama que estamos esperando. Pero no llega.

Nos encontramos, (y ahora hablo de lo que no quería hacer, pues creía que ya había dicho todo lo que tenía que decir, pero entiendo que no es así) con la misma cuestión día a día, porque arrinconar a nuestros protagonistas, si no han muerto, ni han marchado y todavía están aquí? Dónde está su tan luchada y esperada felicidad, esas muestras de amor? Porque han cambiado tanto?

Y entiendo que penséis… “y dale perico al torno”, pero no lo puedo evitar, pues por más que miro, por más que intento, no encuentro nada que me dé un motivo convincente, una razón, para esa pasividad, entre dos jóvenes recién casados que han luchado contra viento y marea, sufrido lo indecible por estar juntos y vivir su felicidad a manos llenas. Y ahora una vez casados. Cerramos su historia sin más. Para dar paso a otra, que según el el barómetro de las fans, no tiene ni mucho menos la aceptación que tienen todas las demás.

A mí, personalmente Bosco e Inés no me transmiten nada, me dejan completamente indiferente, tanto es, que cuando por las noches veo el capítulo, me salto sus escenas, y prefiero pararme a escuchar las conversaciones en el colmado, junto con los Mirañar, que ver los momentos en la casona entre estos dos jóvenes, con la señora o simplemente en la cocina.  Ahora me llenen mucho más las ocurrencias de los entrañables Mirañar, que los amoríos de exagerado dramatismo pasional, que quieren hacernos creer, de la pareja en ciernes.



Recapitulemos, y aunque las comparaciones son odiosas, quiero prestar atención en nuestras parejas:
Inés entró en Puente Viejo, con su historia de amor bajo su capa, caminando por el bosque, queriendo aparentar una dulce muchachita, con la inocencia e ingenuidad a flor de piel, que huyendo de dios sabe que, busca el amparo de su querida y olvidada tía Candela. Pero por designios del destino, conoce a un zagal y esa misma noche la pasan juntos entregándose a la pasión. Y me pregunto… ¿Así pretendían que llegara a nuestros corazones?

De esa entrega pasional, han pasado ya veinte capítulos, unos 900 minutos, calculando una media de 45 minuto por capitulo, y en ese periodo de tiempo, no ha llegado a cuajar, ni un 3% de las almas de las fieles fans de Puente Viejo.

Fans, que no solo compartimos minutos ante la pantalla, disfrutábamos tanto de la historia que nos hemos apropiado, de ellas llegando a vivirlas como algo propio.  Comentando cada día en todas las redes sociales, y escribiendo ríos de tinta, sobre nuestras elucubraciones, nuestras ideas, gustos y disgustos, por todo internet. Hablo de Facebook, twiter, foros, blogs… Y claro, como no, he encontrado, evidentemente algunos simpatizantes de la nueva pareja, pero son muy pocos, comprados con los contrarios o molestos con esta inoportuna relación.

Esta nueva pareja, no gusta a la mayor parte de la audiencia, hay un rechazo general, al menos de momento, y mucha de la culpa creo que es como ha sido presentada, como nos la quieren vender, y a lo que no estamos dispuestas. La APASIONADA historia de amor, que es como la llaman en la misma página de Puente Viejo, en antena 3, no es tal y no se acepta como tal. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que llegue a todo espectador. Uno de los motivos que no ha sido de recibo es que en esa aparición, sentimos que ha quitado de un plumazo el protagonismo de nuestra PAREJA. Martín y María. Es por ese malestar, y ese paso del tiempo por el que hoy hago este escrito.

 Así que hoy, vamos a paramos un momento para analizar, las diferentes parejas de nuestro pueblo, Puente Viejo. Que es, a mi modo de ver, lo que tendrían que hacer en algún momento, o la productora o los guionistas o quienes fueran los que tiene que hacerlo, pues la gente lo está reclamando a gritos.
He escogido 6 parejas, aunque hay más, pero creo que son, las de más relevada importancia.

Empecemos:

Tristán y Pepa, el eje central de la historia, columna vertebral de la serie, donde se entrelazaban todas las historias de amor, que surgían en Puente Viejo, todas sujetas a esa columna que nunca perdíamos de vista, era el puntal de todo y de todos. Una hermosa pareja tanto física, como emocional, con un gran fondo y con un trabajo actoral laudable, cargado de emociones y situaciones que nos hacían permanecer día tras día frente al televisor. Con ellos nacieron los sentimientos más puros, profundos y pasionales, creando un vínculo invisible entre el espectador y los personajes, donde empezamos a volar y a disfrutar de su amor y su dolor a partes iguales.





Ellos, a los veinte capítulos que comentaba anteriormente, a diferencia de Bosco e Inés, tenían a toda la audiencia comiendo de su mano, embelesados, deseando y esperando el deseado momento, para poder contemplar su pasión. Hasta el capítulo 34 no ocurrió, y fue maravilloso. Ese deseo, es fundamental, para que a una pareja se la quiera, se la adore, como nos ocurrió con Tristán y Pepa, y para eso, es necesario hacerlo esperar. Como ocurrió con ellos y ese encuentro, aquel anhelado momento, fue hermoso... Ahí disfrutamos todos, creo que hasta los mismos actores y todos felices. Además de la química que brotaba de ellos, y eso sí que no se puede disimular

Y qué decir de Soledad y Juan... Un amor, más allá de la vida, un amor que permanecerá eterno en la persona de Soledad. Soledad lleva junto a ella a Juan, su Juan, es parte de su ser, como el aire que respira, lo lleva impregnado en su piel, en sus ojos, en su boca, siente su aroma, su abrazo, con cada brizna de aire que la roza. Es un amor tan trágico como intenso. Esta relación ya venía de atrás, ya se presentó en el primer episodio, y desde un principio Juan y Soledad era una misma persona, por eso sufrieron tanto, transformando la pérdida de uno, en la mutilación del otro, dos personas y un solo ser. Y recibió desde un principio el cariño y la aceptación de todos los seguidores.






Nos centramos ahora en Emilia y Alfonso, La pareja ideal. En ellos encontramos, la estabilidad, el amor, la comprensión, la amistad, todo es Alfonso y Emilia. Su palabra para describirlos. Amor a raudales.

Desde la más tierna infancia ya creció en ellos un sentimiento que les mantendrá unidos hasta la muerte. Ellos hasta el capítulo 185, estuvieron gestando su amor, moldeando, madurando sus sentimientos. Los tuvimos charlando, bailando, compartiendo y tonteando... Ofreciéndonos minutos llenos de ternura, y que vivimos con la misma intensidad que los personajes, sintiendo en nuestra propia piel, todos los sentimientos que experimentaba Alfonso, cuando por ejemplo, a escondidas guardaba sus obsequios para que los encontrara Emilia, y ella disfrutaba soñando con su enamorado anónimo. O sufriendo con él, cuando Severiano quería llevarse a Emilia a las Américas. Que precisos momentos nos regalaron los dos, y nos siguen regalando. Después de 3 años todavía los guionistas les miman, les dan momentos tiernos, caricias, miradas, gestos, besos, complicidad.



Aurora y Conrado:

Conrado entra en escena en el capítulo 654, y fue un buen comienzo, a mi personalmente me encantó la caída del árbol. Y la pareja entró en una espiral de desencuentros, y cruce de palabras durante, 36 capítulos hasta que un día Conrado, sin más, en medio de una disputa, decide plantarle un beso sin mediar palabra, dejando a Aurora completamente trastocada.  Una buena base para una bonita historia. Pero esta historia de amor, ha sido de las más maltratadas, ya que tenían que haber trabajado más esa pasión y darles más sustancia. A mi parecer, ha estado desaprovechada, como si no supieran por dónde tirar, esperando saber qué hacer con ellos. Y es ahora, cuando Aurora ha marchado a Madrid donde me están gustando más sus encuentros, han madurado su actuación, y aunque no llegue a sentir lo mismo que con la de Martín y María, creo que este cambio les va a beneficiar, y prefiero que cojan el relevo ellos, porque se lo merecen mucho más.




Y llegó mi pareja preferida: Martín y María, los que han quedado en el olvido, a pesar de continuar en la serie, como pasa con Alfonso y Emilia, pero estos y a pesar de ser más jóvenes con el amor a flor de piel, el deseo de la edad,  pasan totalmente desapercibidos.

Ellos, desde que cruzaron las primeras palabras en la plaza, llegaron a nuestros corazones, la química que desprendían saltó más allá de las pantallas, al igual que pasó con Tristán y Pepa, era un buen relevo para la ya adorada pareja del capitán y la partera. Martín y María, una historia de amor como pocos, un amor prohibido, y tan apasionado como deseado. Esa tensión sexual entre ellos era el colofón de esta espectacular pareja. Estuvimos desde el minuto uno, deseando que se amaran, tanto como ellos. Y llegó su momento, como llega a todas las parejas en nuestro pueblo, pero para eso tuvimos que esperar 51 capítulos para que se dejaran llevar por su pasión. Tan solo pudimos disfrutar del preámbulo de lo que sería esa gran pasión, con un beso en el capítulo 14. Toda esa tensión sexual fue lo que nos mantenían vivos, hasta la boda.



Una pareja que nos ha acompañado durante 485 capítulos, 21.825 minutos si contamos como antes la media de 45 minutos por capitulo que son más. Nuestros Martín y María, que nos han hecho, vibrar, sonreír y llorar durante tanto tiempo, han sido relegados al nivel de un florero. (Como dice María en una conversación con Gonzalo), sin muestras de complicidad, como ocurre con Emilia y Alfonso, Mariana y Nicolás, Hipólito y Quintina, como ocurría con Tristán y Pepa después de la boda.  Estos no están por la labor, ya tiene todo el trabajo hecho, no encontramos carantoñas dignas de unos recién casados, ni besos furtivos, abrazos, como solían hacer antes de la boda, en cada rincón del Jaral, en cada encuentro. Ahora lo más que hacen es cogerse de las manos, dejando entre ellos un espacio demasiado amplio y decir frases vacías. Las mismas frases podrían decirse estrechados uno en los brazos del otro.  




Y esa misma pasión y esa mismo amor tan dulce, tan tierno, tan defendido por sus personajes, y que tanto añoramos, ha sido sacrificado, pues si os dais cuenta, es en la única pareja que encontramos a faltar todos esos detalles que tendrían que ser, por simple coherencia con la trayectoria de su historia. María siempre le buscó, le provocó, le retó, y ahora está insustancial.

Con todo esto que os he explicado, a dónde quería llegar? Pues quería dejar claro, siempre bajo mi humilde opinión, que las historias de amor, para que nos lleguen al corazón, para que deseemos que ocurra, para apoyarles incondicionalmente, para que estemos contando los minutos a ver si sucederá hoy o mañana, para suspirar con sus miradas, con sus caricias, con sus besos, recibir esas palabras de amor que tanto nos gusta escuchar de boca de nuestros personajes, para aceptar que esa pareja sea PROTAGONISTA indiscutible, se ha de trabajar, de ha de crear, y se ha de hacer poco a poco, paso a paso. No puede ser protagonista cualquiera, solo porque se le ocurra a alguien que así sea.



Tiene que trabajarlo mucho más, alimentar el deseo, con miradas esquivas, con encuentros casuales, con roces descuidados, con algo más que un calentón a las primeras de cambio. Eso para mí… no es pasión, no es entrega, no es dulzura, no es amor. La historia de Bosco e Inés, nunca podrá llegar de igual manera a nuestros corazones, no es aceptable por la mayoría, que claman al viento en defensa de las que ya existen, de las que quieren ver, y disfrutar.

 Hasta Hipólito y Quintina, tuvieron que construir su amor, paso a paso. Mariana y Nicolás, fueron poco a poco, llenando su espacio, encontrando su lugar. Ahora, en esta nueva etapa que nos quieren meter con calzador, es todo atropellado, sin ton ni son, con situaciones irreales. Porque un personaje con sentimientos puros, nobles, que ha sido maltratado, no puede de la noche a la mañana dejarlo todo de lado y pasarse al lado oscuro de la vida, y ser él, el que maltrate a quien no le ha hecho nada por el simple hecho de contentar a una mujer que le da cobijo y calor, y menos cuando en los primeros capítulos de su aparición, conversó con sus hermanos dándonos a entender que aunque era un ser marginado, tenía unos nobles sentimientos. 






Tal como lo enfocan, Bosco, parece ser hijo de la Partera, pues esta llevaba el estandarte, del amor al prójimo, de su honestidad, de ir siempre de frente, de su coraje y valentía, su lucha social para enfrentarse a todo lo abusivo, fuese lo que fuese, viniese de quien viniese. Una cualidad heredada por sus hermanos, Martín y Aurora y que Bosco, no tiene, pues antepone la voluntad de Doña Francisca a la suya propia, ha dejado abandonada  toda su bondad, en el rincón más profundo de su mente,  igual que los guionistas han abandonado y descuidado, a la gran pareja de Puente Viejo. Martín y María. 

Besines!!
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