Y continuaremos esperando, y continuaremos comentando, pero el tiempo pasa,
el termómetro de Internet avisa, y las fans pierden la paciencia y la poca
ilusión que les queda, de tanto esperar que nuestra pareja vuelva, que haya un
revulsivo y recuperen su pasión y juventud, que ha quedado almidonada. Dónde
están aquellos abrazos, a escondidas de los habitantes del Jaral, aquellos
besos y frases con sustancia, ahora sus guiones son banos y superficiales.
Visitando el blog de mi amiga Ana, me he dado cuenta de que por una cuestión
u otra siempre caemos en la misma conclusión y resignadamente decimos... Vamos
a ver qué pasa, demos tiempo al tiempo, a ver si esto da un giro, a ver si
llega la trama que estamos esperando. Pero no llega.
Nos encontramos, (y ahora hablo de lo que no quería hacer, pues creía que
ya había dicho todo lo que tenía que decir, pero entiendo que no es así) con la
misma cuestión día a día, porque arrinconar a nuestros protagonistas, si no han
muerto, ni han marchado y todavía están aquí? Dónde está su tan luchada y
esperada felicidad, esas muestras de amor? Porque han cambiado tanto?
Y entiendo que penséis… “y dale perico al torno”, pero no lo puedo evitar,
pues por más que miro, por más que intento, no encuentro nada que me dé un
motivo convincente, una razón, para esa pasividad, entre dos jóvenes recién casados
que han luchado contra viento y marea, sufrido lo indecible por estar juntos y
vivir su felicidad a manos llenas. Y ahora una vez casados. Cerramos su
historia sin más. Para dar paso a otra, que según el el barómetro de las fans, no tiene ni mucho menos la aceptación que tienen todas las demás.
A mí, personalmente Bosco e Inés no me transmiten nada, me dejan completamente
indiferente, tanto es, que cuando por las noches veo el capítulo, me salto sus
escenas, y prefiero pararme a escuchar las conversaciones en el colmado, junto
con los Mirañar, que ver los momentos en la casona entre estos dos jóvenes, con
la señora o simplemente en la cocina. Ahora
me llenen mucho más las ocurrencias de los entrañables Mirañar, que los amoríos
de exagerado dramatismo pasional, que quieren hacernos creer, de la pareja en
ciernes.
Recapitulemos, y aunque las comparaciones son odiosas, quiero prestar atención
en nuestras parejas:
Inés entró en Puente Viejo, con su historia de amor bajo su capa, caminando
por el bosque, queriendo aparentar una dulce muchachita, con la inocencia e ingenuidad
a flor de piel, que huyendo de dios sabe que, busca el amparo de su querida y
olvidada tía Candela. Pero por designios del destino, conoce a un zagal y esa
misma noche la pasan juntos entregándose a la pasión. Y me pregunto… ¿Así
pretendían que llegara a nuestros corazones?
De esa entrega pasional, han pasado ya veinte capítulos, unos 900 minutos,
calculando una media de 45 minuto por capitulo, y en ese periodo de tiempo, no
ha llegado a cuajar, ni un 3% de las almas de las fieles fans de Puente Viejo.
Fans, que no solo compartimos minutos ante la pantalla, disfrutábamos tanto
de la historia que nos hemos apropiado, de ellas llegando a vivirlas como algo
propio. Comentando cada día en todas las
redes sociales, y escribiendo ríos de tinta, sobre nuestras elucubraciones,
nuestras ideas, gustos y disgustos, por todo internet. Hablo de Facebook,
twiter, foros, blogs… Y claro, como no, he encontrado, evidentemente algunos
simpatizantes de la nueva pareja, pero son muy pocos, comprados con los
contrarios o molestos con esta inoportuna relación.
Esta nueva pareja, no gusta a la mayor parte de la audiencia, hay un
rechazo general, al menos de momento, y mucha de la culpa creo que es como ha
sido presentada, como nos la quieren vender, y a lo que no estamos dispuestas.
La APASIONADA historia de amor, que es como la llaman en la misma página de
Puente Viejo, en antena 3, no es tal y no se acepta como tal. Mucho tendrán que
cambiar las cosas para que llegue a todo espectador. Uno de los motivos que no
ha sido de recibo es que en esa aparición, sentimos que ha quitado de un
plumazo el protagonismo de nuestra PAREJA. Martín y María. Es por ese malestar,
y ese paso del tiempo por el que hoy hago este escrito.
Así que hoy, vamos a paramos un
momento para analizar, las diferentes parejas de nuestro pueblo, Puente Viejo. Que
es, a mi modo de ver, lo que tendrían que hacer en algún momento, o la
productora o los guionistas o quienes fueran los que tiene que hacerlo, pues la
gente lo está reclamando a gritos.
He escogido 6 parejas, aunque hay más, pero creo que son, las de más
relevada importancia.
Empecemos:
Tristán y Pepa, el eje central de la historia, columna vertebral
de la serie, donde se entrelazaban todas las historias de amor, que surgían en
Puente Viejo, todas sujetas a esa columna que nunca perdíamos de vista, era el
puntal de todo y de todos. Una hermosa pareja tanto física, como emocional, con
un gran fondo y con un trabajo actoral laudable, cargado de emociones y
situaciones que nos hacían permanecer día tras día frente al televisor. Con
ellos nacieron los sentimientos más puros, profundos y pasionales, creando un
vínculo invisible entre el espectador y los personajes, donde empezamos a volar
y a disfrutar de su amor y su dolor a partes iguales.
Ellos, a los veinte capítulos que comentaba anteriormente, a diferencia de
Bosco e Inés, tenían a toda la audiencia comiendo de su mano, embelesados,
deseando y esperando el deseado momento, para poder contemplar su pasión. Hasta
el capítulo 34 no ocurrió, y fue maravilloso. Ese deseo, es fundamental, para
que a una pareja se la quiera, se la adore, como nos ocurrió con Tristán y Pepa,
y para eso, es necesario hacerlo esperar. Como ocurrió con ellos y ese
encuentro, aquel anhelado momento, fue hermoso... Ahí disfrutamos todos, creo
que hasta los mismos actores y todos felices. Además de la química que brotaba
de ellos, y eso sí que no se puede disimular
Y qué decir de Soledad y Juan...
Un amor, más allá de la vida, un amor que permanecerá eterno en la persona de
Soledad. Soledad lleva junto a ella a Juan, su Juan, es parte de su ser, como
el aire que respira, lo lleva impregnado en su piel, en sus ojos, en su boca,
siente su aroma, su abrazo, con cada brizna de aire que la roza. Es un amor tan
trágico como intenso. Esta relación ya venía de atrás, ya se presentó en el
primer episodio, y desde un principio Juan y Soledad era una misma persona, por
eso sufrieron tanto, transformando la pérdida de uno, en la mutilación del
otro, dos personas y un solo ser. Y recibió desde un principio el cariño y la
aceptación de todos los seguidores.
Nos centramos ahora en Emilia y Alfonso,
La pareja ideal. En ellos encontramos, la estabilidad, el amor, la comprensión,
la amistad, todo es Alfonso y Emilia. Su palabra para describirlos. Amor a
raudales.
Desde la más tierna infancia ya creció en ellos un sentimiento que les
mantendrá unidos hasta la muerte. Ellos hasta el capítulo 185, estuvieron
gestando su amor, moldeando, madurando sus sentimientos. Los tuvimos charlando,
bailando, compartiendo y tonteando... Ofreciéndonos minutos llenos de ternura,
y que vivimos con la misma intensidad que los personajes, sintiendo en nuestra
propia piel, todos los sentimientos que experimentaba Alfonso, cuando por
ejemplo, a escondidas guardaba sus obsequios para que los encontrara Emilia, y
ella disfrutaba soñando con su enamorado anónimo. O sufriendo con él, cuando
Severiano quería llevarse a Emilia a las Américas. Que precisos momentos nos
regalaron los dos, y nos siguen regalando. Después de 3 años todavía los guionistas
les miman, les dan momentos tiernos, caricias, miradas, gestos, besos,
complicidad.
Aurora y Conrado:
Conrado entra en escena en el capítulo 654, y fue un buen comienzo, a mi personalmente
me encantó la caída del árbol. Y la pareja entró en una espiral de desencuentros,
y cruce de palabras durante, 36 capítulos hasta que un día Conrado, sin más, en
medio de una disputa, decide plantarle un beso sin mediar palabra, dejando a
Aurora completamente trastocada. Una
buena base para una bonita historia. Pero esta historia de amor, ha sido de las
más maltratadas, ya que tenían que haber trabajado más esa pasión y darles más
sustancia. A mi parecer, ha estado desaprovechada, como si no supieran por dónde
tirar, esperando saber qué hacer con ellos. Y es ahora, cuando Aurora ha
marchado a Madrid donde me están gustando más sus encuentros, han madurado su
actuación, y aunque no llegue a sentir lo mismo que con la de Martín y María,
creo que este cambio les va a beneficiar, y prefiero que cojan el relevo ellos,
porque se lo merecen mucho más.
Y llegó mi pareja preferida: Martín
y María, los que han quedado en el olvido, a pesar de continuar en la
serie, como pasa con Alfonso y Emilia, pero estos y a pesar de ser más jóvenes
con el amor a flor de piel, el deseo de la edad, pasan totalmente desapercibidos.
Ellos, desde que cruzaron las primeras palabras en la plaza, llegaron a
nuestros corazones, la química que desprendían saltó más allá de las pantallas,
al igual que pasó con Tristán y Pepa, era un buen relevo para la ya adorada
pareja del capitán y la partera. Martín y María, una historia de amor como
pocos, un amor prohibido, y tan apasionado como deseado. Esa tensión sexual
entre ellos era el colofón de esta espectacular pareja. Estuvimos desde el
minuto uno, deseando que se amaran, tanto como ellos. Y llegó su momento, como llega
a todas las parejas en nuestro pueblo, pero para eso tuvimos que esperar 51
capítulos para que se dejaran llevar por su pasión. Tan solo pudimos disfrutar
del preámbulo de lo que sería esa gran pasión, con un beso en el capítulo 14. Toda
esa tensión sexual fue lo que nos mantenían vivos, hasta la boda.
Una pareja que nos ha acompañado durante 485 capítulos, 21.825 minutos si
contamos como antes la media de 45 minutos por capitulo que son más. Nuestros Martín
y María, que nos han hecho, vibrar, sonreír y llorar durante tanto tiempo, han
sido relegados al nivel de un florero. (Como dice María en una conversación con
Gonzalo), sin muestras de complicidad, como ocurre con Emilia y Alfonso,
Mariana y Nicolás, Hipólito y Quintina, como ocurría con Tristán y Pepa después
de la boda. Estos no están por la labor,
ya tiene todo el trabajo hecho, no encontramos carantoñas dignas de unos recién
casados, ni besos furtivos, abrazos, como solían hacer antes de la boda, en
cada rincón del Jaral, en cada encuentro. Ahora lo más que hacen es cogerse de
las manos, dejando entre ellos un espacio demasiado amplio y decir frases
vacías. Las mismas frases podrían decirse estrechados uno en los brazos del
otro.
Y esa misma pasión y esa mismo amor tan dulce, tan tierno, tan defendido
por sus personajes, y que tanto añoramos, ha sido sacrificado, pues si os dais
cuenta, es en la única pareja que encontramos a faltar todos esos detalles que
tendrían que ser, por simple coherencia con la trayectoria de su historia. María
siempre le buscó, le provocó, le retó, y ahora está insustancial.
Con todo esto que os he explicado, a dónde quería llegar? Pues quería dejar
claro, siempre bajo mi humilde opinión, que las historias de amor, para que nos
lleguen al corazón, para que deseemos que ocurra, para apoyarles
incondicionalmente, para que estemos contando los minutos a ver si sucederá hoy
o mañana, para suspirar con sus miradas, con sus caricias, con sus besos,
recibir esas palabras de amor que tanto nos gusta escuchar de boca de nuestros
personajes, para aceptar que esa pareja sea PROTAGONISTA indiscutible, se ha de
trabajar, de ha de crear, y se ha de hacer poco a poco, paso a paso. No puede
ser protagonista cualquiera, solo porque se le ocurra a alguien que así sea.
Tiene que trabajarlo mucho más, alimentar el deseo, con miradas esquivas,
con encuentros casuales, con roces descuidados, con algo más que un calentón a
las primeras de cambio. Eso para mí… no es pasión, no es entrega, no es dulzura,
no es amor. La historia de Bosco e Inés, nunca podrá llegar de igual manera a
nuestros corazones, no es aceptable por la mayoría, que claman al viento en
defensa de las que ya existen, de las que quieren ver, y disfrutar.
Hasta Hipólito y Quintina, tuvieron
que construir su amor, paso a paso. Mariana y Nicolás, fueron poco a poco, llenando
su espacio, encontrando su lugar. Ahora, en esta nueva etapa que nos quieren meter
con calzador, es todo atropellado, sin ton ni son, con situaciones irreales. Porque
un personaje con sentimientos puros, nobles, que ha sido maltratado, no puede
de la noche a la mañana dejarlo todo de lado y pasarse al lado oscuro de la
vida, y ser él, el que maltrate a quien no le ha hecho nada por el simple hecho
de contentar a una mujer que le da cobijo y calor, y menos cuando en los
primeros capítulos de su aparición, conversó con sus hermanos dándonos a
entender que aunque era un ser marginado, tenía unos nobles sentimientos.
Tal
como lo enfocan, Bosco, parece ser hijo de la Partera, pues esta llevaba el
estandarte, del amor al prójimo, de su honestidad, de ir siempre de frente, de su
coraje y valentía, su lucha social para enfrentarse a todo lo abusivo, fuese lo
que fuese, viniese de quien viniese. Una cualidad heredada por sus hermanos,
Martín y Aurora y que Bosco, no tiene, pues antepone la voluntad de Doña
Francisca a la suya propia, ha dejado abandonada toda su bondad, en el rincón más profundo de
su mente, igual que los guionistas han
abandonado y descuidado, a la gran pareja de Puente Viejo. Martín y María.
Besines!!
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