28 de septiembre de 2014

RELATO - ¿QUIEN ES PILAR?- CAP 1

VIAJE A CUBA

 CAP 1- ¿QUIEN ES, PILAR?



Aquella mañana Aurora, Martin y María se habían reunido en el salón del Jaral para poner en orden toda la correspondencia que les había entregado Bosco el día anterior. El corazón acelerado de los muchachos marcaba el ritmo de la velocidad con que los ojos de los jóvenes buscaban con curiosidad las fechas de las misivas para poder leerlas cronológicamente, e intentar entender todo lo que habían leído en la carta que les entregó Hipólito, de mano de doña Pilar.

Fueron abriendo una a una las cartas, y descubrieron con asombro su contenido.



Pilar, era una mujer, que al igual que su padre Tristán había sufrido los avatares de la guerra de Cuba. Durante el día era la dócil hija de un alto cargo militar estadounidense, y en cuanto podía escapar o cuando el manto de la noche ceñía la ciudad, marchaba enfundada en un disfraz, para luchar clandestinamente por la libertad de Cuba y la igualdad de todas las mujeres. De ideas liberales y contrarias a las de su progenitor, Pilar era una mujer valiente, rebelde, que se entregaba a la causa voluntariamente y entregaba todo su amor hacia los demás a manos llenas.

Era una muchacha hermosa, educada, instruida, pero bajo esa dulzura y delicadeza se escondía una mujer corajuda como la que más, a la que no le importaba agarrar una escopeta y echarse al monte para defender la causa del que consideraba su pueblo, y luchar junto a los mambises, para echar a los españoles de Cuba. Pilar, se había cruzado con Tristán en los bosques de la Habana, se había conocido en plena batalla, aunque en bandos contrarios. Ella pudo escapar, gracias a que Tristán llegó a tiempo y dio muerte a tres de sus superiores, en el preciso momento en que pretendían abusar de varias mujeres, entre las que se encontraba ella.  Asesinato que tiempo después  y una vez ya en España, su compañero Maximiliano denunciaría a cambio de dinero y que estuvo a punto de costarle la vida ante un pelotón de fusilamiento.

Pilar fue liberada en plena noche junto a un puñado de jóvenes, y desde aquel momento, desde el momento en que cruzaron sus miradas supieron que nacería un nuevo sentimiento. Cada vez que tenía oportunidad, Pilar, buscaba Tristán, entre los parajes cercanos a la Habana, aún a riesgo de volver a ser capturada. Con el tiempo, esas visitas fueron más continuadas, eso les llevó a buscar un refugio donde poder verse a solas y lejos de la crueldad de la guerra.

Por lo que comentaba en sus cartas, esos encuentros fueron cada vez más frecuentes, y deseados ya que les proporcionaba el bálsamo que apaciguaba su sufrimiento tras las terribles y crueles realidades que se vivían y sufrían en ambos bandos.

Según Pilar, mantuvieron una corta pero intensa historia de amor, al menos por parte de quien escribía aquellas letras, ella, Pilar, sabía que Tristán estaba casado, pero su amor hacia él estaba por encima de la ética y la moralidad de la época, y no le impidió entregarse en cuerpo y alma a aquel ser tan solitario, dándole todo el amor, comprensión, apoyo y ternura de la que era capaz de contener.  Tanta fue su entrega que quedó preñada del capitán, pero esa buena nueva no la supo hasta que Tristán ya estaba en España.

Según comentaba en sus misivas, al marchar Tristán a España ella quedó sumida en una profunda melancolía, esperando día tras día, año tras año alguna respuesta a sus cartas, a su incertidumbre por no saber de él.  Nunca le dijo nada de su embarazo, sabía que él se debía a su vida y a su mujer, que lo que había pasado entre ellos era un amor unilateral, incompleto, dónde Tristán le dio su cariño, pero que en el fondo de su alma sabía, que ella había sido un desahogo, un refugio a tanto dolor, a tanta muerte, una isla entre tanta crueldad.

Tristán, era fiel a sus principios y sus creencias, pero la soledad, y la lejanía le hicieron sucumbir en los brazos de Pilar, que le llenaba de coraje y amor para continuar cada día hacia delante, y poder vivir, tan lejos de los suyos.

Aurora, Martín y María, se quedaron absortos tras la lectura de aquellas cartas que devoraron en apenas unos minutos.  Después de leer todo el contenido, llegaron a la conclusión que nada de lo que esa tal Pilar decía en sus cartas, desvelaba lo que con tanta ansia buscaban, nada contaba de lo que ahora, y a las puertas de la muerte, le quería explicar a su padre.

Pero para ellos, para los hijos de Tristán, lo que habían ido descubriendo sobre aquella mujer, a través de aquella lectura, les había llenado de zozobra. El embarazo de Pilar, y la duda que ahora se había implantado en sus corazones, les agitaba el alma. La incertidumbre al no encontrar ninguna aclaración sobre el embarazo, les hacía vacilar. No hablaba nada del hijo de ambos. O quizá nunca nació. Quizá… Esa incertidumbre hizo que Martin rompiera la voz de Aurora que durante unos minutos estuvo relatando toda la lectura, y que tan absortos les había tenido hasta aquel momento.

—Hermana, creo que deberíamos averiguar si hay algo más, detrás de todo esto. Es duro descubrir la existencia de este amor que padre tuvo con esta mujer. Pero peor es quedarse con la duda de…—Martín no sabía cómo expresar esa zozobra que le bullía en su interior.

—De que Martín?

—De que va a ser Aurora. Y si existe un hermano, si tenemos otro hermano allí, en Cuba. Y de ser así, y si como dice en su escrito Pilar ya está muerta, que será de él? Tendrá posibles? Vivirá bien?  Donde estará? Que quería de padre? Y si al ser hija de militar y  al quedarse preñada la hubieran repudiado? Y si ha tenido que subsistir al tener un hijo, ella sola?

Aurora, ante los nervios de su hermano, intervino entre sorprendida por lo que acababa de leer y enojada por no haber sabido nada antes.

—Hermano, tranquilo. Es cierto que tenemos muchas preguntas sin respuesta. Pero lo que más me crispa los nervios, es que como siempre, nuestra querida abuelita escondió todas estas cartas a padre. Él y solo él tenían que tomar decisiones al respecto. Él sabría si contestarle o dejar de hacerlo. Y mi pobre padre, se murió sin saber nada de Pilar ni del embarazo En el fondo esta mujer, Pilar, me da pena. Y todo por esa arpía de doña Francisca.

—Aurora— interrumpió Martín—Me cuesta un mundo aceptar que padre tuviera un amor extraconyugal, era un hombre de principios, pero… No seré yo quien le juzgue, ni permitiré que nadie lo haga, no somos quienes para juzgarle, la guerra, la soledad y la desesperación de la batalla, hacen al hombre vulnerable, y hasta los más dignos hombres comenten actos que en una vida plácida y cerca de los suyos, serían incapaces de hacer. Pero tienes razón Aurora. Como siempre la mano negra de Francisca Montenegro está detrás de todo este entramado, así que ahora mismo, iremos a pedir explicaciones a Francisca.

Martín hizo ademán de levantarse de la mesa donde estaban leyendo las cartas, pero María le sujetó del brazo.

—Gonzalo, no creo que sea buena cosa, ir a pedir explicaciones a Francisca, y en el estado en que vas a enfrentarla, nunca te las dará, y podríamos al descubierto que alguien nos dio esas cartas. Si no decimos nada al respecto, podremos actuar con ventaja, y protegeremos a Bosco, tal como le prometimos. Ella de momento, no sabe que las tenemos en nuestro poder. Así que seamos más inteligentes y analicemos la situación.

—Si hermano, María tiene razón. Pensemos que es lo que vamos a hacer al respecto, y actuemos en consecuencia.

—Quizá tengáis razón. —dijo Martín volviendo en si—Pero no se me ocurre otra cosa que…

—Que hermano, dinos, que se te ha ocurrido?

Martín miró a su hermana y a María. Respirando profundamente dijo.

—Pues, que tendremos que ir en busca de respuestas.

—Ir? Ir a dónde? —preguntó María con el alma en vilo.

—Pues, ir ... en busca de… la única persona que nos las puede dar.

María y Aurora se miraron comprendiendo lo que había querido decir Martín. Este se levantó y caminó por el salón. María y Aurora hicieron lo propio.  María se acercó a Martín, asió su brazo y le miró buscando la respuesta en su mirada, esa respuesta que tanto temía, y que al contemplar sus ojos, comprendiendo lo que su esposo había decidido. Martín miró a su mujer, la sujetó por los brazos y le dijo con toda la dulzura que fue capaz.

—Si María, tengo que ir a buscar a Pilar, debe de explicarnos esa revelación que quería decirle a padre, ese secreto que ha guardado durante tantos años. No podemos quedarnos con los brazos cruzados sin saber, me atenaza la angustia por no saber… y…si tengo un hermano? No podemos quedarnos así, necesito qué Pilar nos dé explicaciones, sobre ese secreto que cambiaría la vida de mi padre, y que de momento está cambiando las nuestras.—Hubo un silencio general. Martín prosiguió y con voz queda dijo—Tengo que ir a Cuba.



—Pero… Gonzalo, mírame…— dijo María desesperada— como vas a ir a Cuba. Cuba no está aquí a la vuelta de la esquina. Cuba está… lejos... muy lejos Gonzalo.

—Si hermano. No puedes ir tú, tienes que cuidar de María y de la niña, de las tierras y de todos.

—Aurora, quien lo va a hacer si no. Tú? No lo permitiría, es un viaje muy largo y no sabemos si Pilar todavía vivirá, tendrías que ir de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, buscando hasta dar con ella.

—Pero…

—No se hable más. Iré yo.

—Pero Gonzalo, debe haber otra manera, como bien dices, es un viaje muy largo, meses y meses fuera de tu hogar. Yo…yo  no podría estar sin ti—María, llena de angustia, acariciaba el rostro de su esposo, con un amor infinito, con miedo en sus ojos, por lo que acababa de escuchar, y por lo que conociendo a Gonzalo sabía que no habría marcha atrás. Respiró profundamente, sin dejar de mirarle.

—Pues… si tú vas. Yo iré contigo.

—María… de ninguna manera—dijo con firmeza—Es un viaje muy largo y agotador. Tu lugar está junto a nuestra hija, cuidándola y velando porque esté tranquila y feliz. No la podemos embarcar en un viaje lleno de penalidades sin rumbo fijo, y no la podemos dejar los dos. De ninguna manera. Tu sitio está aquí, junto a ella.

—No, Gonzalo. Mi sitio está contigo. Yo no puedo vivir sin ti.

—María— intervino Aurora—Mi hermano tiene razón. Es mejor que vaya él solo, sin equipaje, irá más rápido y mejor.

María no podía dejar de mirar a Martín. Él, con su mirada fija clavada en sus ojos, pensaba en lo que estaba por venir, en su obligación como cabeza de familia, en su deber como sucesor de Tristán Castro y en que solo tenía un camino, separarse de lo que más quería en la vida y viajar a Cuba, en busca de la verdad.

Aurora, respiró profundamente mirando las misivas que habían quedado revueltas sobre la mesa. María abrazó con fuerza a Martín y este se abandonó entre sus brazos dándole un beso en la mejilla, mientras decía.

—Todo irá bien, María. Todo irá bien.

—Gonzalo.

*****

Espero os haya gustado.. al menos entretenido..

A más ver.



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