PUENTE VIEJO - PRÍNCIPES Y PRINCESAS
Buenas noches mis querid@s Puente Viejer@s.
Estoy contenta, porque por fin he vuelto a una trama entre mis amados,
Martín y María. Aunque sea cual sea, pero lo importante es... que es. Y veremos que
a la pobre María le vuelven a salir los lujuriosos, lascivos, y desalmados
hombres petulantes, pedantes y todos los adjetivos que queramos añadir. Pero
eso nos abre otra vez al amor, volvemos a latir junto al corazón y al coraje de su héroe, de su salvador, de su
amado, Martín Castro, o Gonzalo Castro, como le llaman ahora, su príncipe, que pondrá pies en polvorosa para rescatarla sin pérdida de tiempo.
Lo primero que quiero deciros y antes de nada más, es que para que una novela de amor funcione , está visto que no puede ser un camino de rosas, ese camino solo desprende un aroma que se vuelve poco a poco pesado, llegando a ser irrespirable y que llega a cansar. Por lo tanto, y por todo, es evidentemente, que en toda novela que se precie, tiene que pasar de todo, para mantener viva la
audiencia, los deseos por conseguir el triunfo de los buenos, sobre la maldad
de los malos, siempre está presente. Necesitamos ver, sentir, esas sensaciones, esos sentimientos a través de los personajes,
queremos ver aflorar sus deseos, y mutilar en momentos, sus emociones, ver
reflejado el miedo a perder al ser querido, y la alegría al estar junto a él. Lo trágico, por muy mal que nos
sepa, tiene que estar presente, y a pesar de no querer sufrir, ni que sufran los demás,
como nos pasa a todos en la vida real, en los seriales, en la ficción, es lo
que nos mantiene expectantes y con ganas de seguir, es lo que gusta en este tipo de novelas románticas.
Está visto que la vida placentera de nuestros protagonistas, no llegan, no nos transmite sensaciones y emociones, así pues, “felicidad, la justa y necesaria”. Por eso, me ha parecido del todo emocionante, poder ver reflejado en el rostro de Martín
(que para mí, Jordi Coll, es uno de los que mejor reflejan los sentimientos, esas
angustias, esos celos y ese amor) el cambio en su semblante, ese rictus donde se deja ver su congoja, la desazón y el desasosiego que reflejan sus ojos, al saber
que María está a solas en la Puebla con el lechuguino... Eso me encanta, sentir
ese pellizco en su tierno corazón, me llega y me deja unas bonitas sensaciones, y volví a
sentir el calor de ese amor, y la desesperación por proteger lo que tanto ama, a
su María, suya como la vida misma, como su misma sangre, como su misma piel.
Es tanto el amor que siente, que simplemente pensar en que pueda estar
desamparada, y ha merced de semejante personaje, le llena de angustia. Ese amor, tan profundo, esa ansiedad por no
saber que está ocurriendo le transforma, ya que ella, es toda su vida, la que él
daría por que nada le ocurriera, porque siempre fuera feliz, porque ningún mal
la rozara, que nadie pudiera herirla, ni tocarla siquiera. Solo el susurro del
viento acariciando su piel, le hace sentir esa desazón. María es su vida, y
ellos son todo amor.
Creo que al lechuguino (como he dicho en algún comentario) le va a faltar
campo para salir corriendo, y eso será el detonante para que a María, se le
caiga la venda de los ojos y de la ilusión de ser maniquí, y se centre en su hija y su marido.
Eso, por lo que tanto ha luchado en su vida, por lo que tanto ha sufrido, por
lo que tanto ha soportado, y por lo que dejaría todo, su prioridad ante cualquier otra cosa en la vida. Y supongo que después de esta mala experiencia, intentará encontrar otra alternativa que le
llene esas tardes aburridas del Jaral, quien sabe si ayudando a Aurora en el
balneario, o ayudando a llevar las cuentas del Jaral como hacía en la Casona, o decida montar una escuela, que buena falta le hace al pueblo ya
que desde que Martín era Gonzalo el diácono, y escribió una solicitud para la
escuela de Puente Viejo, nunca más se supo, y María sería una muy buena maestra,
ahí se abriría otra linea de tramas entrelazadas con los protagonistas de Puente Viejo, dando paso a nuevos actores y quién sabe si quizá llegara alguien para
la arrinconada Candela, que ya es hora y que tanto reclamamos sin éxito alguno.
Me alegro pues, de que esté sucediendo esto. Y, ya sé que muchas pensaréis “otra
vez” “Pobre María” pero en las historias de las novelas de amor, en la
ficción de un serial como el que estamos viendo, sus personajes tienen que vivir
cualquier situación, y más si son l@s protagonistas. Y como os iba diciendo, en
realidad, las tramas que más seguimiento tienen, las que más nos mantienen en vilo,
son las que les causan más desventuras, porque luchan contra todo pronóstico, y todos estamos esperando que consigan después de un
rosario de encuentros y desencuentros, su tan anhelado deseo, así que ( y no es
masoquismo) cualquier cosa que se les ocurra a los guionistas, para que sus
personajes nos hagan vibrar, bienvenida sea!! Dentro de una cierta lógica, por supuesto, pero no queramos que vivan una felicidad eterna, eso es aburrido, no confundamos sus historias comparándolas con una realidad, para eso tenemos nuestras vidas. Aquí cabe todo, y eso es lo que la magnifica, y por lo que se la adora.
Yo prefiero verlos penando por su amor, celando el uno por el otro, que la
tranquila vida marital de nuestros protagonistas, que tan placentera irrealidad nos hacen vivir, esa tan tranquila y monótona vida, nos produce somnolencia, por eso, acepto lo que sea con tal de verlos danzar,
desde la maldad de la doña, a la que a muchas, ya les cansa,( a mi no) hasta la bondad de
Rosario, pasando por los chismorreos de Dolores.
Todo lo que suceda para que les bulla la sangre de sus venas, bueno me
parece, y con eso se que muchas me vais a echar a los perros, pero es como lo
siento, sin pasarse pero haciéndoles vivir. Como en aquellos cuentos de príncipes
y princesas. En ellos, siempre secuestraban a la princesa y venía su príncipe azul
al rescate, para que al final y después de una cruda batalla, luchando contra diestro y siniestro, por fin salvara
a su doncella, para fundirse en un profundo y apasionado beso, que siempre terminaba con un final feliz. Fueron felices y comieron perdices.
Esa es la esencia de cualquier serial de amores y desamores. La maldad de
unos, contra la bondad de otros, los secretos bien guardados, los encuentros
prohibidos, los rencores, el odio, los celos, el poder, el llanto, la risa, la pasión, todo eso mezclado en un cóctel es maravilloso, gusta a
unos y a otros y lleva a espectador, a permanecer como el nombre indica, expectantes, y a no perderse ningún capítulo.
Eso es lo que queremos. Disfrutar de nuestros chicos, de nuestros protagonistas.
Y ya que queda poco para la marcha de nuestro adoradisimo Jordi Coll / Martín Castro, espero
que preparen una noche mágica de despedida de los cónyuges para deleite de las
fans y esas imágenes se mantengan en el recuerdo, y en nuestra memoria, para esperar con ansia su
vuelta.
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