MAURICIO GODOY, UNA CARICIA EN EL ALMA
Mis querid@s Puente Viejer@s
Hoy tengo que deciros que me he emocionado como hacía días. Ya que
últimamente no me acabo de encontrar en nuestro querido pueblo. Mucho ir y
venir, con historias inverosímiles que para mí no me acaban de llenar. Creo que
por obligación de la salida de Jordi las tramas tuvieron que dar entrada a
otras diferentes, dejando a un lado lo que realmente apuntalaba a serie. La Doña,
Raimundo y La partera y sus descendientes.
Dicho esto, y sin querer entrar en lo mismo de siempre, y repetir hasta la
saciedad que la historia de Bosco podría haber sido más bonita, si no hubieran
metido con calzador, a la Inés por el medio, queriendo que las fans nos
enamoráramos, tanto si como si, como lo
hicimos con Pepa y Tristán, Emilia y Alfonso, Martín y María, y muchas más
historias maravillosas de una profunda pasión, van listos!!
Si se interpretaron nuestras solicitudes de momentos amatorios en “on”, no
entendieron que no es que quisiéramos ver “encamamientos”, porque sí, solo por
el mero hecho de ver dos cuerpos retozar entre las sábanas sin ton ni son... Como
nos han venido ofreciendo últimamente, no, lo que querían sus fans... lo que queríamos
ver... Eran esos “encamamientos”, los de nuestras parejas, las parejas que ya
existían, las que nos llegaron al corazón, por las que soñamos, lloramos, reímos
e idolatramos. Pero no entendieron nada, y metieron una nueva historia de amor
a empujones.
Bosco e Inés, por mucho que los actores, defiendan sus papeles, no llegan,
no transmiten lo que el espectador espera, nos deja frías e indiferentes, solo
hay que dar una vuelta por la redes sociales, y la inmensa mayoría coincide. Inés es un personaje sin vida, triste y sin
sentido. Ni me gusta el personaje, ni puede ser la pareja principal, a la
actriz que lo interpreta (y con todo mi respeto, ya que creo que es una crítica
constructiva) le queda mucho recorrido, creo que le queda mucho que aprender,
para pasar a ser principal.
A diferencia de Bosco que cuando está con otros actores empatiza con el
público, llegando a recordar en alguna que otra ocasión, quien es Bosco realmente,
pasando por alto, claro está su aspecto, pues parece el padre de todos ellos. El
otro día sin ir más lejos, enfrentándose a Conrado que se supone que debe ser
cuarentón, Bosco parecía mayor que él) su aspecto, su voz... no son las de un
niño de dieciocho años. En fin, no me repito más que parezco una cebolla, y paso
a explicar lo que para mí ha sido lo mejor de este capítulo, lo que realmente
ha valido la pena del capítulo 941.
Lo que más recuerdo, y lo hago con emoción, con cariño, y con tristeza al
mismo tiempo. Lo que me ha hecho sentir un cóctel de emociones, ha sido la
magistral interpretación de uno de los grandes de PV, la buena labor y el saber
hacer, de un gran actor, un actor que rezuma arte por todos sus poros. Mario
Zorrilla.
La imagen, de Mauricio Godoy, en el rio, junto a Bosco, ha estado maravillosamente
interpretada, llegando a acariciarme el alma. Mario Zorrilla, que grande eres,
nunca dejaré de repetirlo.
Un hombretón más grande que un coloso, con el corazón más duro que un
pedernal, me ha conmovido en esta escena, se ha desnudado frente al espectador,
esa alma noble y creo que cruelmente tratada, tanto que nuestro capataz, siempre
ha intentado proteger con la piel de un armadillo, nos ha demostrado su ternura,
ante el recuerdo de la que fue una mujer
de bandera, a la que creo, que llegó a
querer, llegó a ayudar, ella, la que le hizo
sentir de nuevo la ternura, que le fue poco a poco cautivando con su nobleza y
su dulzura, y de la que obtuvo comprensión y amor, si, hablamos de la partera.
Esos ojos enrojecidos, por sujetar su llanto, que intenta abrirse paso tras
su coraza, recordando los momentos vividos con Pepa, me hicieron aflorar esos
mismos sentimientos, que Mauricio tiene reservados, tan solo para él, y que en
sus momentos de intimidad, supongo que dejará escapar todas las retenidas emociones
que vive, sufre y padece día tras día, bajo el yugo de la doña y así poder seguir
con su coraza impoluta cada amanecer.
La secuencia donde nos presentan al capataz, viendo en aquel muchacho, que
se lavaba en el rio helado, al hijo de la partera, y de su querido don Tristán
Castro, es digna de mención. Esa sonrisa tierna, limpia de maldad, al reconocer
a ese niño, al hijo de la partera, y del capitán, me ha removido. Cuanta
expresión hay en su rostro, cuanto sentimiento ha dejado reflejado en su
mirada, en su sonrisa bobalicona, como la que tenía yo al verlo, y que a la vez
que él, sentía esas mismas sensaciones y esa añoranza de tiempos pasados. Por
un momento, todo olía antaño, cuando todo vestía de color, un color, que
inmediatamente se nos vuelve negro, y triste, como su ausencia, pues ellos ya
no están para disfrutar del fruto de su amor, y eso al capataz le llena de
tristeza y de una profunda melancolía.
La sonrisa de Mauricio era como la de los niños al ver a los reyes magos,
era mágica, con gesto de sorpresa, y emoción. Por un momento, creí que se
echaría a sus brazos, lo mismo que cuando la doña llegó a la casona de su
letargo. Que buena escena, magistral.
Mauricio me sorprende a cada paso que da, se ha vuelto cercano, amigo,
comprensivo, incluso cariñoso, a su manera, pero cariñoso. Me gustan mucho las
conversaciones de Bosco y Mauricio, ya hice un post al respecto. Creo que Mario
Zorrilla aporta mucho de su arte a Francisco Ortiz, que junto a él, saca lo
mejor de él mismo, y eso enriquece todas las escenas que desarrollan juntos. En
esas escenas, sí que reconozco al hijo de la partera y el capitán, y me entra
la misma añoranza cuando miro sus ojos perdidos, los ojos de aquel niño que
nunca fue, y es entonces cuando me doy cuenta de que la doña está emponzoñando su alma, y no
tiene a quien le proteja, aunque estoy segura que a partir de ahora, todo
cambiará para Bosco, que al igual que Mauricio, protegió en alguna ocasión a
Gonzalo de las garras de Fernando, y que mira a los hijos de la partera con
simulado afecto, con Bosco va a ser diferente y va a dar lo mejor que hay en él.
En estas secuencias de Bosco y
Mauricio, en esta relación que han sabido desarrollar creo que muy
acertadamente, encuentro muchas similitudes o pinceladas con la vuelta de
Martín, una de ellas, por ejemplo es la de la amistad y el consejo de un
confidente, alguien en el que confiar completamente. Martín tenía al padre
Anselmo y Bosco tiene a Mauricio y este a partir de ahora, sabiendo ese
secreto, se deshará en atenciones para con él. Ahora lo verá de otra manera.
El fallo que ha tenido Mauricio es el de su fidelidad hacia la doña, y como
buen capataz le dice lo que ha descubierto, pensando que le hace un gran favor
a ella y a Bosco, en esta ocasión peca de ingenuo, de buena persona, sin darse
cuenta que está ante el mismo demonio. Espero que no, pero por otro lado me
temo, que esta revelación le pondrá en grave aprieto, o peligro, ya que hemos visto de lo que es capaz de hacer la
Doña, por si se nos había olvidado, cargándose sin miramientos a Bernarda, porque
sabía demasiado, ( sabía que Bosco era su nieto) y de paso al pobre chófer,
(daños colaterales) y no creo que le tiemble el pulso, para apartar de su camino
a cualquiera que sepa su secreto o a
todo el que se le ponga por delante, y de todos es sabido también que últimamente
a Mauricio lo tiene en el punto de mira de sus iras. Así que, miedo me da… y me
preocupa lo que pudiera llegar a maquinar la doña, para el futuro del pobre
Mauricio.
Otra cosa es Mauricio y las mujeres... Pero eso será para otra ocasión, ya
que ahí hay mucho de qué hablar. Mario Zorrilla, “Nen”, eres un
crack. Me encanta como actúas, como transmites, como eres. Bravo capataz!!!,
sigue así, nos encanta verte tierno, nos encanta quererte!
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